sábado, 12 de septiembre de 2009

Nozar enseña el camino: el sector inmobiliario se muere

¿Se imaginan que AIG quebrara mañana, un año después de la muerte de Lehman Brothers? ¿O que la bolsa volviera en caída libre a los mínimos de marzo? Sería impensable o, dicho de otra manera, supondría la certificación de la misma muerte del sistema, tal y como lo conocemos

Todos los mecanismos de salvaguarda y apoyo al frágil entramado de la economía y los mercados mundiales habrían fracasado. Pues esto último, con todas las letras, es lo que vive hoy el sector inmobiliario. Catorce meses después del concurso de acreedores de Martinsa Fadesa con un pasivo de 5.200 millones de euros, Nozar acaba de suspender pagos. Sus cifras no son tan espectaculares como las del otrora imperio inmobiliario de Fernando Martín, pero su final es, por todo lo que significa, mucho más trágico.

¿Por qué? Sobre todo porque demuestra que catorce meses después las cosas en el ladrillo español están peor, muchísimo peor sin exagerar un ápice. A pesar de las cifras oficiales que dicen que la caída de ventas de viviendas no es para tanto, de las voces que dicen que el descenso del Euribor y la supuesta apertura de los bancos a la hora de conceder créditos favorecen la venta de viviviendas y, sorpréndanse, del rally de las cotizaciones inmobiliarias españolas este verano, el sector se muere de inanición. Está sencillamente tieso, vencido, esperando el tiro de gracia que sólo evitará un milagro que, ya se ve, no va a llegar en forma de refinanciación. En primavera, el presidente de Afirma, Félix Abánades, pronóstico la muerte de 50% de las inmobiliarias. Se va a quedar corto.

La banca ha dicho basta. Ya no le caben más muertos en el armario y la recuperación del mercado inmobiliario que esperaba no llega. ¿Lo va a hacer con una tasa de paro que se va a por la cota del 20%, con una inseguridad laboral en niveles históricos, con unos precios de la vivienda que aún no se han ajustado y con un stock brutal que podría superar el millón de casas? El escenario es dantesco y las entidades financieras, que están negociando con promotoras esqueléticas de las que ya se han quedado los mejores activos, lo tienen claro: no van a a aceptar una quita del 50% y abrir más líneas de crédito para que los promotores puedan devolver los intereses y mantener su mínima estructura de personal. De eso, nada. A la vista de los estados financieros ya irrecuperables de algunos promotores, mejor una suspensión de pagos y la posterior liquidación de activos y lo que toque en el reparto, bien está.

Y no olviden que el concurso no le sale gratis a los bancos. Desde el momento en el que el juez lo acepta, toca provisionar el 25% del importe de los préstamos. Algunos tendrán los deberes hechos y otros no, pero a nadie se le escapa que nuestro sistema financiero no es como el anglosajón, que lo provisiona todo como si los activos valieron cero y se apunta toda la pérdida. Lo que se recupera después, si se recupera, va directo al beneficio.

De vuelta a nuestro sistema financiero, la situación es límite. Ahora llega el turno de Reyal Urbis, una inmobiliaria con mejores -mucho mejores- activos que Nozar, que cerró el año pasado una refinanciación en falso gracias sobre todo la apoyo de su ex accionista histórico, el Grupo Santander. ¿Se atreverán los bancos a dejar morir uno de los buques insignia del sector en España después de lo de Nozar?

Lo que es seguro es que no podrán cerrar un acuerdo como el de octubre de 2008, una auténtica chapuza firmada sobre unos previsiones fuera de la realidad que tres meses después estaban toalmente desfasadas. Y este es el mismo caso de un sinfín de compañías, muchas de las cuales se quedarán en el camino en este último tercio del año. Mientras el mundo empresarial se recupera poco a poco en todo el mundo, ese islote llamado ladrillo español se desangra sin el más mínimo atisbo de reacción. Son las consecuencias de sostener de forma artificial un sector a base de refinanciaciones de andar por casa -recuerden el caso de Habitat- mientras el negocio se deteriora a marchas forzadas. Nozar ha abierto la espita a una larga lista de defunciones. La banca acreedora ya ha enseñado el camino.

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